Cuando el alma es invadida por la soledad no sabe que dirección lleva. El corazón late sin ninguna razón, y tan solo es sentido por el cuerpo de cada uno. La soledad, a pesar del ruido y la rutina permanece a nuestro lado. Inseparable día tras día. Una búsqueda incansable de un aliento que de sentido a una vida llena de deseos e ilusiones que parece que no da con la tecla exacta.
Sin embargo, un escalofrío, cambia por completo esa soledad. Era una soledad ficticia, irreal, fantástica, ilusoria, inventada.
El corazón se abre en el momento que más agonizaba para darse cuenta de que ha hecho sentir en otros corazones. Se siente orgulloso por haber servido, haber sido útil, y el haber conseguido dejar una semilla de ilusión y cariño. La ilusión y la satisfacción de que puedes aportar y servir a los demás.
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